Acompáñame, vamos.
Hoy empiezo mi andadura en este nuevo proyecto de vida. ¿Qué cuál es? Poderme dedicar a la docencia. Gran responsabilidad, ¿verdad?. En este blog quiero compartir contigo los pasos que voy dando para poder conseguir esa meta.
Mi nombre es Rubén Aguilar Gutiérrez y describirme es una de esas cosas horribles, que siempre he odiado, quizá por esa gran cantidad de facetas que componen lo que soy. Empezaré por contarte que, nada más terminar la EGB, continué estudiando Formación Profesional en Diseño y Fabricación del Mueble. Fue una decisión bastante polémica en casa. Mi padre me decía que tenía cabeza para estudiar y que debería seguir estudiando BUP, que por si no lo sabes es lo equivalente al actual Bachillerato. Escribiendo esto me doy cuenta de que soy ya casi una reliquia. Al final, no sé si gracias a la cabezonería que aún me define, estudié los 5 años de FP. Al concluir estos estudios me vino a la mente que yo lo que quería era dar clase, ahí fue cuando sembré la semilla de la docencia.
Mi deseo de dar clase pasaba por hacer una carrera. La que más se parecía y la que me podía permitir, porque somos un montón de hermanos y eso de ir a estudiar fuera no era viable, era Ingeniería Técnica Forestal en Palencia. Así que, con gran esfuerzo, todos los días cogía mi petate y asistía a unas clases que al principio me sonaban a chino. Aún recuerdo con mis compañeros el primer examen, Matemáticas. Yo había ido a una academia porque mi nivel era bastante bajo en comparación con lo que pedían en la carrera, así que allí llegué con mis bolis y mi calculadora científica. Fueron de las peores cuatro horas que recuerdo de mi vida, allí sentado, delante del examen y sin saber ni siquiera lo que me estaban preguntando. Obviamente me cayó un suspenso como una catedral. Al final de ese cuatrimestre casi dejo la carrera. Estaré siempre agradecido a un amigo que me animó y me dijo tranquilo, date tiempo al menos hasta final del curso. Primera lección de vida en la Universidad que se me ha quedado grabada a fuego. Cada uno tenemos nuestros tiempos y no tienen por que ser los mismos. Como verás además de los conocimiento de la carrera uno va aprendiendo otras cosas, paciencia, constancia,...
Podría contarte montones de historias de la universidad, pero para resumirlo, acabé la carrera. Habían pasado unos cuantos años desde que terminase mi FP . Aunque aún seguía latente el tema de la docencia, decidí aventurarme a trabajar en el mundo forestal. Es algo que me encanta, poder disfrutar de la naturaleza, que tu oficina este al aire libre, descubrir cada día paisajes nuevos,... Después de tantos años sigo pensando que es uno de los mejores trabajos.
Confieso que me dejé ir hasta que llegó mi tiempo. Llegó el tiempo de parar, pensar y recuperar esa semilla que tenía escondida. Llegó el tiempo de decidir, a lo mejor de tomar las riendas y por eso es por lo que estoy haciendo este blog, con el que a lo mejor te sientes identificado o simplemente leas para conocerme un poco más.
¿Y ese nombre? Como ya sabes que soy Ingeniero forestal, quizá me desperté inspirado, se me iluminó la bombilla y pensé que la labor del profesor es como la de las micorrizas(un hongo). Esa relación tan especial de simbiosis entre un hongo y las raíces de una planta, en la cual ambos resultan beneficiados. Porque así es como veo la docencia, una relación entre estudiante y profesor, de la cuál ambos salen beneficiados. Lo del ritmo es porque quiero que vayamos juntos, como dos compañeros de camino, a ritmo.
No sé lo que nos vamos a encontrar por el camino, intentaré compartirlo contigo y me gustaría que tú lo hagas conmigo.
¿Nos llevas de paseo al campo? Carmen proponía ruta micológica...
ResponderEliminarJajajaja. Tendría que mirarlo, que llevo mucho tiempo fuera. Seguro que encontramos alguna ruta muy chula y ahora es un buen momento para disfrutar el otoño en el bosque y como se tiñen de amarillo las hojas.
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