Confidencias

 Hace unos años tuve la oportunidad de dar una clase. Todo surgió porque tengo un amigo Jonatan que es profesor y me invitó a dar una clase de medio ambiente. Yo por aquel entonces no había dado ninguna clase a jóvenes de 17 y 18 años. Me preparé la clase y fui al instituto. Era durante una sesión de tutoría.

Al llegar allí, antes de presentarme, estuvimos hablando de un tema. El día antes se había producido una pelea en la puerta del colegio entre dos estudiantes. Jonatan les preguntó a los alumnos quién había estado allí y que le contaran que había pasado. Empezó a relatar una de las alumnas y le siguieron comentarios de los compañeros. Yo, la verdad, es que estaba como espectador de lo que estaba pasando en la clase. Aquello era una conversación cercana, como si le estuvieran contando lo que había ocurrido a un compañero. Después de escuchar todas las versiones, les hizo una pregunta que me sorprendió. ¿Qué papel habían tomado los que habían estado presentes?. Esto les estaba obligando a juzgarse a si mismos, razonar que actitud habían tomado, si estaba bien o mal y que habían hecho, si habían avisado a un responsable.

Después de esto recordaron que hacía unos días habían estado hablando sobre el bulling, el agresor, el agredido y los dos tipos de espectadores. El espectador activo, que jalea al agresor y el espectador pasivo, que se convierte en cómplice del agresor, simplemente con su presencia y como actuar si alguien veía una agresión. Verse en ese contexto tan real les hizo valorar como había sido su actitud y cómo actuar en un futuro.

La verdad es que estar presente en todo este proceso me abrió la mente. Me hizo ver la función de un tutor y la importancia de su trabajo con los alumnos.

¡Muchas gracias Jonatan por hacerme partícipe de esta experiencia!